jueves, 29 de mayo de 2014


COMO IMPLANTAR UNA CULTURA ORGANIZATIVA DE ÉXITO


La cultura de una organización puede definirse como el conjunto de normas, valores y formas aceptadas de hacer las cosas en una organización. Surge inicialmente como un modelo de éxito, construido de forma intencionada, espontánea o condicionada por la situación (generalmente una suma de las tres) para afrontar los retos que en aquel momento eran importantes para esa organización. Con el tiempo, el antiguo modelo de éxito deja de ser útil o, lo que es peor, pasa a convertirse en una amenaza para los nuevos retos de la organización. También puede ocurrir que la cultura original se ha ido transformando, convirtiéndose en una suma de subculturas que no sirven al fin común, sino a determinadas áreas de la organización o a intereses de determinados agentes o que la cultura oficial haya sido desplazada con el tiempo por una cultura real, que puede ser positiva, neutra o en otros casos dañina para la organización.
La cultura organizativa se puede describir en función de varios parámetros, el primer paso para desarrollar una cultura organizativa de éxito, consiste en analizar estos parámetros obteniendo información sobre:
·         Modelo de liderazgo.
·         Modelo de desarrollo (como promocionan las personas, como es el empleado de éxito).
·         Modelo de entorno y condiciones de trabajo.
·         Modelo de comunicación.
·         Modelo de estilos de trabajo.
·         Valores de la compañía.
·     Modelo de evaluación y compensación (como se recompensa, objetivos, desempeño, etc. Como se gestionan el éxito y el fracaso)
·         Modelo organizativo (número de niveles, comités, número de puestos).
·         Modelo de gestión de recursos.
·         Modelo de adaptación a cambios en el entorno.
·         Distancia entre cultura oficial, percibida y real.
·         Fortaleza de la cultura.
·         Grado en que la cultura actual favorece o dificulta el éxito de la compañía

Todos estos parámetros están controlados o condicionados por los sistemas de gestión establecidos, que habitualmente sirven a la cultura existente. Si queremos transformar la cultura organizativa, seguiremos este esquema:

1. Analizar la Cultura actual
2. Definir qué aspectos queremos modificar
3. Detectar las palancas de cambio (partes de la organización que se están moviendo en la dirección       deseada)
4. Analizar qué cambios hay que realizar y a qué nivel:
5. Desarrollar programas para implantar los cambios.

6. Comunicarlos y planificar las medidas de socialización de las personas en la nueva cultura.

LinkinPeople Consultoría de Personas
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jueves, 17 de abril de 2014


No existe mayor injusticia que tratar igual a los desiguales:
Cigarras, hormigas y la Hormiga Atómica

Cuando una organización decide aplicar un sistema retributivo fijo y evita los incentivos o reconocimientos, considerando que las personas deben recibir un trato igualitario, están cometiendo un error de dimensiones y consecuencias incalculables, que además de perjudicar los resultados de la organización, desmotiva a las personas y especialmente a aquellas que disfrutan con su trabajo y se implican en los objetivos de la organización, preocupándose por mejorar sus resultados. Esta situación hoy en día todavía se produce en un gran número de empresas y el la mayor parte de la administración pública.
En una organización normal, existe siempre un pequeño porcentaje de trabajadores, en torno a un 10 % que, como las cigarras, aplican la ley del mínimo esfuerzo, mientras otras personas al igual que las hormigas de la famosa fábula, se esfuerzan en conseguir resultados llevando al límite sus capacidades. Este grupo de personas conforman el grueso de la plantilla, entre un 70-80 % del total. Cuando las hormigas perciben que su esfuerzo obtiene la misma recompensa que la recibida por las holgazanas cigarras, a pesar de que precisamente su esfuerzo es el que permite a las cigarras mantener camuflado su bajo rendimiento, algunas de ellas deciden convertirse en cigarras, una opción más cómoda aparentemente y son recibidas en su nuevo grupo con los brazos abiertos. Dentro de las cigarras existen líderes que socializan a las nuevas, inculcándoles los nuevos valores: trabajar es un castigo y hay que evitarlo, el que se esfuerza por la organización es un estúpido, porque nadie se lo va a agradecer y los objetivos de la organización son contrarios a los de los trabajadores. Los mandos son unos ineptos, los clientes son una molestia y la propiedad de la organización solo busca exprimir a las hormigas para obtener el máximo beneficio o ventajas políticas.
Esta intoxicación de negatividad crea una situación en la que la escalada de desmotivación es imparable, creándose una cultura laboral de desánimo que disminuye la motivación de todas las personas de la empresa, abocando a muchas de ellas a adoptar el rol de cigarra, con el consiguiente perjuicio para la empresa.
En cambio, hay otras organizaciones en las que solo las hormigas más aplicadas en su trabajo reciben recompensas a su esfuerzo, económicas o emocionales. Esto cambia la situación totalmente, ya que las cigarras en estas organizaciones están peor consideradas y corren peligro de que su falta de rendimiento sea muy evidente. Esto trae consigo una drástica disminución de cigarras que se convierten en hormigas con la esperanza de conseguir un premio a sus esfuerzos.
En los años sesenta del pasado siglo Hanna-Barbera creó un personaje llamado Atom Ant (La Hormiga Atómica), que poseía una extraordinaria fuerza y super poderes gracias a una radiación atómica, llevaba un característico casco con dos orificios por los que salían sus dos antenas, que tenían el poder de captar señales de quien necesitaba su ayuda. En las organizaciones excelentes, las hormigas más brillantes, desarrollan también “antenas” que les permiten percibir lo que otros no perciben y desarrollan un rendimiento superior al resto gracias a su talento natural, que como la radiación de la hormiga atómica les permite disfrutar de “poderes” que no están al alcance de las demás hormigas. Este grupo puede no existir o llegar hasta un 20 % del total.
Cuanto más café para todos exista en la organización, más alto será el porcentaje de cigarras y más bajo el de hormigas atómicas. Si por el contrario existe una cultura de superación y desarrollo, todas las hormigas querrán ser atómicas.
Pero hay algo muy importante que debemos preguntarnos ¿por qué las personas deciden ser cigarras? y ¿es posible que todos podamos ser hormigas atómicas si se producen las circunstancias adecuadas?
Desde que se estudia el comportamiento humano, existe una polémica histórica entre las teorías que defienden que las conductas están condicionadas por el entorno y los que opinan que hay factores internos que se imponen a los condicionantes ambientales. Probablemente una combinación de ambos sea la causante de las conductas y diferencias individuales. Pero en el caso del mundo laboral, para ser un trabajador estrella solo se necesitan dos cosas: una buena capacidad para realizar el trabajo y experimentar pasión por su trabajo. Cuando se producen entornos favorables, estos factores multiplican el rendimiento.
También hay que considerar que en todas las organizaciones existen cigarras, por diversos motivos resulta inevitable que existan fallos en los procesos de selección y personas que realizan su trabajo de forma mediocre, sobreviven, especialmente en empresas de gran tamaño, donde su falta de rendimiento se diluye. Es muy difícil que en una empresa de más de cien personas, no existan algunas cigarras, cuando la plantilla supera las quinientas, las colonias de cigarras están garantizadas. El tipo de trabajo también influye, pues aunque la empresa no sea muy grande, cuando la presión por conseguir resultados es inexistente y el trabajo deja de ser una actividad retadora para convertirse en una rutina aburrida, las hormigas encuentran más cómoda la vida de cigarra. Lo mismo ocurre cuando las cargas de trabajo son bajas, las personas, en lugar de esforzarse en realizar el trabajo de forma más eficiente, se esfuerzan en adaptar su jornada a las pocas tareas que deben realizar, con lo que se convierten en cigarras por una cuestión de supervivencia. Nadie reconocería que tiene poco trabajo, porque hay muchas personas que perciben esa realidad como una amenaza a su propia seguridad laboral y cuando el ambiente de trabajo está basado en la desconfianza ¿Quién se atrevería a ser el primero? Cuando otras cigarras que tienen la misma baja carga de trabajo, posiblemente estén quejándose continuamente a su supervisor de lo sobrecargadas que están. Alguien se preguntará por qué ese supervisor no detecta la situación, la respuesta es sencilla, en esos casos no es infrecuente que ese supervisor tampoco tiene mucho trabajo por lo que se ha convertido en un jefe cigarra y no le interesa que se evidencie que su equipo está sobredimensionado porque el o ella son, en parte, también responsables de la situación.

Si queremos que nuestras organizaciones sean competitivas, podemos reducir el volumen de cigarras, simplemente haciéndoles la vida más difícil, al tiempo que hacemos la vida más fácil a las hormigas, que lucharán por llegar a ser las mejores, el método es sencillo: fijar objetivos retadores, proporcionar a las personas los medios adecuados y reconocer los logros cuando se producen. Hay muchos matices, pero quedan para otra ocasión.

martes, 18 de marzo de 2014

LOS CANGREJOS SAMURAI (Selección artificial)



Una de las curiosidades zoológicas del mundo son los cangrejos samurai, o cangrejos de Heike. Su nombre lo han obtenido porque los dibujos en su caparazón recuerdan el casco de un guerrero samurai.

La historia comienza en 1185. El Mikado (Emperador) era Antoku, quien era un niño de siete años, y había sido coronado hacía siete años, cuando tenía un mes de vida. En los últimos decenios, la casta militar había prosperado mucho y ahora amenazaba la estabilidad del trono imperial; el resultado final había sido una dantesca guerra civil que tenía en vilo a todo Japón.
En una gran batalla naval, librada en Dan-no-ura (cerca del Estrecho de Shimonoseki), se decidió todo. El clan Taira, al que pertenecía el Emperador, sufrió la defección de uno de sus más importantes generales, que reveló al enemigo, el clan Minamoto, cuál barco era el que portaba al Mikado Antoku. Aprovechando esta ventaja, los Minamoto obtuvieron una victoria tan contundente, que arrasaron con el clan Taira y se apoderaron del trono japonés, si bien no se atrevieron a gobernar ellos mismos como Mikado, y se conformaron con el título de shogunes, gobernando (nominalmente) en nombre del Mikado.

En cuanto a Antoku, la leyenda dice que murió ahogado por iniciativa de su abuela, quien prefirió sacrificarse ella misma y a su nieto, antes que caer en manos del enemigo. Sólo 43 mujeres, damas de honor de la corte, sobrevivieron a la matanza generalizada del clan Taira. Estas mujeres se radicaron en los alrededores de Shimonoseki. Con el tiempo, el santuario en el cual está el mausoleo de Antoku se volvió centro de un festival ceremonial, y creció la leyenda de que los espectros de los samurais muertos a su servicio rondaban todavía por las aguas del lugar.

Aquí es donde entran en la historia los cangrejos. Porque los pescadores, presa de escrúpulos supersticiosos, cada vez que pescaban un cangrejo cuyo caparazón tuviera un dibujo que tuviera una vaga semejanza con el rostro de un samurai, lo devolvían al mar. De manera que estos cangrejos, libres de su principal depredador, el ser humano, se reprodujeron a discreción, mientras que quienes carecían de tal fortuna, eran limpiamente devorados. Con el tiempo, todos los cangrejos de la zona heredaron esos dibujos, cada vez más parecidos al rostro de un guerrero samurai que son característicos del cangrejo Heike.
La historia nos enseña varias cosas, la primera es que las personas podemos convertir una idea abstracta y algo descabellada en una realidad material y auténtica. Es interesante reflexionar sobre el hecho de que una idea compartida por suficientes personas consigue modificar la realidad... incluso sin que las personas sean conscientes de ello.
La segunda es que frecuentemente olvidamos que, en muchas ocasiones, no sobreviven los más aptos o los más fuertes, sino los que mejor adaptados están a su entorno y que este puede ser caprichoso, sobre todo cuando las personas intervienen en el mismo.
La última, que todas las cosas por extrañas que parezcan tienen un sentido. Últimamente se ha discutido la posibilidad de que esta explicación no sea real y que las formas de los cangrejos sean "naturales", pero en cualquiera de los casos, la historia es lo suficientemente bonita como para creérsela.